BLOG DE ACTIVIDADES DE LA MATERIA TRABAJO Y CIUDADANÍA, DE 6to. AÑO DEL NIVEL SECUNDARIO


sábado, 4 de junio de 2016

El anarquismo en la ficción: la vida de Simón Radowitzky


En 2010 se emitió por televisión abierta el ficcional "Lo que el tiempo nos dejó". El mismo fue una serie de dramatizaciones sobre distintos personajes y hechos históricos argentinos, dirigidos por Adrián Caetano.

Una de estas emisiones estuvo dedicada a Simón Radowitzky, joven anarquista ucraniano que en 1909, asesinó al Jefe de Policia Ramón Falcón, en venganza por la represión y muerte de decenas de trabajadores en vísperas de las celebraciones por el Primero de Mayo
La represión que sucedió en ese día y los que le siguieron hicieron que se conozca a estos hechos como la "Semana Roja".

Simón Radowitzky, interpretado por Rodrigo de la Serna

La ficción analiza la vida del personaje desde el momento en que llega a nuestro país hasta su detención. Cabe destacar que la vida del anarquista es digna de un largometraje, debido a los numerosos hechos que protagonizó, desde antes de su llegada a nuestro país hasta sus fugas y posterior participación en la Guerra Civil Española.

Lo interesante de este ficcional no es solo la visión que tiene del accionar de Radowitzky, sino que también puede apreciarse:
  • Las condiciones de vida de los inmigrantes en la Argentina
  • La discriminación que la burguesía realizaba sobre los trabajadores
  • Las diferencias de opinión entre los socialistas y los anarquistas en el contexto de la formación del movimiento obrero argentino
Cabe mencionar que en "Un mundo mejor" (tal el nombre del capítulo presentado) actuan actores argentinos de renombre, tales como Rodrigo de la Serna, Luciano Cáceres, Alejandro Urdapilleta y Leticia Brédice.

Les dejo a continuación dos links. El primero, una reseña sobre una biografía publicada sobre el joven anarquista. El otro, es un enlace para ver en Youtube el ficcional.




viernes, 3 de junio de 2016

Origenes del movimiento obrero en la Argentina: anarquistas y socialistas

Los socialistas
La corriente socialista estuvo inicialmente representada por el periódico El Obrero (1890-1902). Simultáneamente, existían centros de inmigrantes socialistas. El más importante llegó a ser el Club Vorwärts [“Adelante”] de exiliados alemanes, que fue uno de los introductores del pensamiento marxista en la Argentina.
En abril de 1894 el doctor Juan Bautista Justo fundó el periódico socialista La Vanguardia. En su primer editorial de escribía: “hay que construir una alternativa política al pillaje y la plutocracia. Los Pereyra, los Unzué, los Udaondo, tan ricos que no tendrían por qué robar, son hoy los preferidos para los altos puestos públicos por los otros ricos, cuya única aspiración política es que sus vacas y ovejas se multipliquen sin tropiezos.”
Dos años después Justo fundaba el Partido Socialista, que así se presentaba en sociedad: “Hasta ahora la clase rica o burguesía ha tenido en sus manos el gobierno del país. Roquistas, mitristas y alemistas son todos lo mismo. Si se pelean entre ellos es por apetitos de mando, por motivo de odio o de simpatía personal, por ambiciones mezquinas e inconfesables, no por un programa ni por una idea [...]. Todos los partidos de la clase rica son uno solo cuando se trata de aumentar los beneficios del capital a costa del pueblo trabajador, aunque sea estúpidamente y comprometiendo el desarrollo general del país. El Partido Socialista es ante todo el partido de los trabajadores, de los proletarios, de los que no tienen más que la fuerza de su trabajo.”
Justo decía en una conferencia por aquellos años: “Necesitamos y debemos saber más que Marx en materia histórica y social. Marx nunca fue marxista. Era demasiado genial para suponerse fundador de una nueva doctrina que habría de llamarse marxismo, como se llama cristianismo al sistema de instituciones eclesiásticas que provienen o dicen provenir de Cristo.” 
El socialismo argentino adhería a la corriente iniciada por Eduardo Bernstein, conocida como “revisionista” ya que se proponía revisar las ideas de Marx y Engels a la luz a los acontecimientos posteriores a la publicación de los libros básicos de los padres del socialismo científico. Estas ideas de Justo se asemejaban a las de una de las figuras más notables de la izquierda de la época, Jean Jaurès –con quien tomó contacto en Copenhague en 1910, durante un congreso socialista y lo invitó a viajar a Buenos Aires–. Jaurès se oponía a la acción violenta y proponía la organización metódica y legal de sus propias fuerzas bajo la ley de la democracia parlamentaria y el sufragio universal. Decía textualmente: “No es por el hundimiento de la burguesía capitalista sino por el crecimiento del proletariado por lo que el orden socialista se implementará gradualmente en nuestra sociedad.” 



Si bien el Partido se definía como obrero, la mayoría de sus cuadros provenían de los sectores medios urbanos. Eran médicos, abogados, trabajadores especializados. Confiaban en la acción parlamentaria y privilegiaban la actuación política sobre la sindical. A lo largo de su historia cumplirán un papel fundamental en la lucha por la dignidad de los trabajadores a través de innovadoras propuestas de legislación obrera.
Los socialistas argentinos eran moderados. Influidos más por el liberalismo que por el marxismo, apuntaban más a la distribución de los ingresos que de la riqueza; propiciaban la creación de cooperativas de consumo y de construcción de viviendas. En su afán de luchar por la reducción de los precios de los artículos de primera necesidad llegaban a defender la libre entrada de productos importados. Apoyaban la separación de la Iglesia y el Estado y el reemplazo de un ejército permanente por una milicia civil.
Fueron pioneros en la defensa del voto femenino. Luchaban contra la trata de blancas, a favor de la legalización del divorcio, el aumento del presupuesto educativo y la jornada de ocho horas.
Sin Dios ni amo
Sin embargo, la acción proselitista tuvo en un principio poca recepción entre la masa inmigratoria, imposibilitada de participar en política por su condición de extranjera. Estos sectores serán captados por la corriente anarquista, que se expresaba a partir de 1897 a través del periódico La Protesta Humana. Se oponían a toda forma de gobierno y de organización partidaria. Un artículo de La Protesta definía así al anarquismo:
El socialismo moderno divídese principalmente en dos fracciones que difieren en la táctica y en los medios para la realización del ideal. Conócese una fracción con el nombre de socialismo autoritario o legalitario, y la otra llámase socialismo libertario o anarquista”.
El socialismo libertario, iniciado por Proudhon y desarrollado por Bakunin, pretende la realización del ideal socialista por medios directos, francamente revolucionarios, sin admitir la lucha política, que cree inmoral y enervante, y sin recurrir a la intermediación de un estado obrero que considera perjudicial y peligroso. 
Que una vez iniciada la revolución los campesinos hagan uso libremente de la tierra, que los mineros se incauten de las minas, que los trabajadores de la ciudad se incauten de las fábricas, talleres, etc., que el pueblo, en fin, efectúe directamente la expropiación y socialización de la producción, del consumo, del cambio, de la instrucción. 
Los socialistas libertarios, considerando que el Estado es poder, que el poder es tiranía, y que la tiranía es la negación de la libertad humana, dejan a la libre iniciativa de los individuos y las colectividades lo que los legalistas pretenden encomendar al Estado.” 



Los anarquistas se enfrentaban con los socialistas porque opinaban que las reformas graduales y la acción parlamentaria eran una traición a la clase obrera. El anarquismo planteaba que no era necesario crear un partido político de la clase obrera para tomar el poder e instaurar otra sociedad de “productores libres asociados”.
Veían en la política una farsa burguesa, como lo refleja este artículo de La Protesta Humana: “El votante es un hombre que viene, el día que se le obliga y no otro día, cuando la autoridad manda y dice: Ha llegado el momento de sancionar una vez más un sistema establecido por otros y para otros que no son tú; de escoger a los que formarán parte de ese sistema con o sin intención de modificarle; de elegir a los que, para contribuir al funcionamiento de la máquina hostil serán pagados en dinero, en influencia, en privilegios y en honores; de rechazar de nuevo la idea de rebeldía contra la organización capitalista y de someterse una vez más a la obediencia a la autoridad. Ha llegado, pues, el momento de votar; es decir, de hacer un acto cuyo significado es: yo reconozco las leyes.” 

Dentro del anarquismo se fueron definiendo dos tendencias, diferenciadas en torno a cómo impulsar la acción para concretar sus ideales de una sociedad “sin dios, ni patria ni amo”. A una se la denominó individualista y a la otra, organizadora. Los individualistas pensaban que cualquier tipo de organización de los seres humanos limitaba la libertad individual, por lo que no impulsaban la formación de sindicatos. Creían que la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, como el aumento de sueldos y la limitación de la jornada laboral, implicaba reclamar reformas que pretendían que el obrero viviera mejor dentro del capitalismo, haciéndole perder de vista la gran lucha contra el sistema opresor. Los organizadores, en cambio, entendían que debían estimular la creación de sindicatos. “Sostenían que era necesaria la lucha colectiva organizada para que los explotados tomaran conciencia de su situación de tales y pudieran luchar para salir de ella”.



A partir de 1897, con la fundación de La Protesta Humana, prevalecieron los organizadores, que lograron la creación de los sindicatos de albañiles, cigarreros, carreros, yeseros, ebanistas y marmoleros, entre otros. Sus métodos eran la acción directa, la organización sindical y la huelga general. Su consigna era: destruir esta sociedad injusta para construir una nueva sin patrones, sin gobiernos y sin religiones.

  Fuente: Pigna, Felipe. “Anarquistas y socialistas en los orígenes del Movimiento obrero”. El Historiador                                           http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/movimiento_obrero_hasta_1943/anarquistas_y_socialistas

viernes, 29 de abril de 2016

El trabajo. Desde la cosmovisión medieval a la teoría del valor de Adam Smith

Entre los siglos XV y XVII, el pensamiento Occidental desarrolló cambios sin precedentes. Los desencadenantes de éste, originados a fines de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna son de tinte variado (reactivación comercial, surgimiento de la burguesía, desarrollo de la Fe protestante) , pero en su conjunto modificaron la visión que la sociedad tenía de si misma, de su relación con la Naturaleza y más importante para nuestro objeto de estudio, la concepción que se tenía del trabajo.

Cabe recordar que durante la Edad Media, y producto de la tradición judeocristiana y de la herencia cultural romana, el trabajo tenía escasa consideración a nivel social. Esto se debía al menosprecio por ser una una actividad que requería esfuerzo físico (reservada por tradición a los sectores más bajos de la sociedad) y por la prédica eclesiástica que el mismo era el resultado del Pecado Original.

Esta visión comienza a modificarse a en la Edad Moderna, donde diversos intelectuales buscan desarrollar una visión diferente a una sociedad europea que experimentaba cambios de forma vertiginosa.
Uno de estos pensadores fue el escocés Adam Smith, quien se dedicó a analizar la economía de su tiempo, siendo uno de los mayores representantes de lo que se denomina Escuela Clásica.


En particular, lo que nos interesa en esta oportunidad del pensamiento de Adam Smith fue la visión que tenía sobre el trabajo. 
Para él, el trabajo era una medida de valor, ya que su cantidad en la producción de un bien determinaba el costo que éste tendría en el mercado.

De esta forma, el trabajo entendido como valor era el elemento más importante en el mercado, porque determinaba el costo de los bienes y su apropiación, por parte de los propietarios del capital, provocaba el crecimiento de la burguesía a costa de los trabajadores.



domingo, 17 de abril de 2016

El trabajo en las sociedades pre-capitalistas: estudios de caso

Como hemos comentado en otras entradas, a lo largo de la Historia las sociedades han otorgado significados distintos al concepto "trabajo". Las formas de producción y, relacionado con esto, los métodos en como se ha ejercido el poder,  han sido decisivos en la visión que se ha tenido sobre la actividad humana que es nuestro objeto principal de análisis.

Campesinos andinos cosechando papas.
Nueva crónica y buen gobierno.
Felipe Guaman Poma de Ayala, 1615
A continuación les dejo enlaces a diversos artículos que trabajaremos las próximas clases sobre como las sociedades pre-capitalistas han abordado el fenómeno del trabajo, desde las primeras organizaciones humanas hasta las plantaciones esclavistas en nuestro continente, durante la época colonial.






Te recomiendo en la lectura que realices que tengas en cuanta los siguientes aspectos:
  • ¿Determina la cosmovisión de la sociedad la opinión que se tiene del trabajo?
  • El trabajo ¿se relaciona con una actividad de subsistencia o persigue un fin de lucro?
  • Las relaciones de poder ¿determinan la actividad realizada?
  • ¿Existen lazos de solidaridad en el trabajo realizado por las comunidades?
  • De existir explotación laboral ¿desarrollaron los grupos sociales acciones para evitarla?                                          

jueves, 24 de marzo de 2016

24 de Marzo: Día de la Memoria, la verdad y al Justicia

Este 24 de marzo, se cumplieron 40 años del Golpe Cívico-militar autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, cuyo gobierno hizo del Terrorismo de Estado su modo de praxis política.

Como motivo de análisis y reflexión, los alumnos de 6to. año del Colegio Jesús María, realizaron una producción gráfica tratando de sintetizar los aspectos más relevantes de esos años tan trágicos para nuestro país.






viernes, 11 de marzo de 2016

Trabajo: una aproximación al concepto

En Roma, el trabajo físico era visto como algo humillante
La materia que comenzas a cursar tiene como uno de sus ejes de análisis el Trabajo. Este concepto, a lo largo de la Historia, ha tenido múltiples significados, siendo valorado o menospreciado según la cultura que lo desarrolle.

Por ejemplo ¿sabías que la palabra "trabajo" proviene del latín tripalium, que era el nombre que daban los antiguos romanos a un instrumento de tortura? Ante esto, es clara la apreciación que hacía este pueblo sobre el trabajo: para ellos, el trabajo era sinónimo de sufrimiento.

Te invito que conozcas un poco más sobre este concepto, y como el autor analiza como fue evolucionando a lo largo del tiempo, haciendo clic en el siguiente enlace:

viernes, 4 de marzo de 2016

El trabajo y la ciudadanía

"Trabajo y Ciudadanía" es el nombre del espacio que tiene este blog, haciendo referencia a la materia que comenzas a cursar. 
Lógicamente, nuestra sociedad valora en gran manera el trabajo. Por otra parte, en estos últimos años, otro concepto, "ciudadanía", también se ha hecho presente. El ejercicio libre de la misma es, en ocasiones, un reclamo tan usual como aquellos que se suceden ante la falta de oportunidades laborales.
Ahora bien, comúnmente, ambos conceptos se encuentran separados. ¿Debe admitirse esta separación? ¿O es que uno no se comprende cabalmente sin el otro?

Te invito, como introducción al espacio que comenzamos a compartir, a que leas el pensamiento de Jean Ives Calvez, un sacerdote jesuíta, polítólogo y catedrático de Centro Sevres de París y de la Universidad de Georgetown, en EE.UU.:

"Trabajo y ciudadanía están estrechamente ligados, sobre todo desde la Revolución Industrial. La economía contemporánea tiene, ciertamente, una tendencia a separarlos, pero nosotros ¿debemos admitir esta separación? Este será el principal punto que trataré a continuación.
En primer lugar me pregunto: el trabajo ¿hacía al ciudadano en la Edad Media? Bastante poco, pienso; podemos tomar como ejemplo al campesino, siervo atado a su señor y a la tierra. O bien su relación política –y no verdaderamente una relación de ciudadanía– que consistía precisamente en el vínculo feudal, lo más importante para el hombre de esa época. El artesano era a menudo más independiente. Su status social contribuía a su ciudadanía. Las corporaciones tenían un rol y gozaban, en principio, de reconocimiento en las ciudades e incluso en las aldeas: ahí entonces, los hombres estaban presentes por su trabajo, por su profesión, no como ciudadanos abstractos o en sí. (El campesino no era nadie fuera del vínculo con el señor).
El trabajo asumido y protegido por la ciudadanía
Con la Revolución Industrial el trabajador se convirtió, en gran medida, en asalariado, contratado en la fábrica por un sueldo pero no era miembro de la realidad social determinante: la sociedad de capitales. De esta forma se instituyó la gran división entre capital y trabajo que han analizado y denunciado los socialistas, especialmente Marx. Al mismo tiempo había nacido la sociedad política democrática excediendo a los “antiguos regímenes” feudales o monárquicos: la sociedad de ciudadanos, todos miembros; iguales al menos en un principio. 
De esta forma el trabajo, frágil y precario,va encontrando poco a poco –demasiado poco al principio– pero pronto, mayor protección en la ciudadanía. El amplio derecho del trabajo derivó de esta. Principalmente a principios del siglo XX, el trabajo dejó de ser un asunto meramente privado o contractual..."
Te invito a que puedas seguir leyendo más del artículo en:


¿Es el trabajo un elemento fundamental en la construcción y el ejercicio de la ciudadanía?

Esta pregunta esta presente de forma implícita en el artículo de Yves Calvez. Para tratar de responderla, el politólogo francés recurre al pensamiento desarrollado por diferentes intelectuales. A saber:

Marie-Dominique Cheng: este teólogo francés opinaba que, en la sociedad actual, el trabajo es tan importante que nuestra civilización no puede ser considerada sino como una Civilización del Trabajo, siendo la participación de cada uno fundamental.
Karl Marx: Sin lugar a dudas, el trabajo era considerado por el pensador alemán como un elemento clave en el desarrollo humano. Para él, el trabajo era la materialización del espíritu, las posibilidades creativas del ser humano. 
Su consideración del trabajo es muy importante para entender sus ideas sobre la lucha de clases y el socialismo.
Hannah Arendt: esta filósofa política argumentaba (por ejemplo en su obra La condición humana) que el trabajo sirve únicamente para satisfacer necesidades básicas. Lo que realmente hace pleno al hombre es sus creaciones, en tanto que las mismas no sirvan solamente a la subsistencia.
Jean Marc Ferry: este filósofo francés opinaba negativamente en relación a la importancia desmesurada que actualmente se le da al trabajo. Para él, el trabajismo era la conducta impuesta por la sociedad en la que cada individuo debe, por todos los medios, asegurarse un trabajo. Inevitablemente según Ferry, esto convertiría a las personas en una "dócil manada".